miércoles, 2 de mayo de 2007

¿Qué es la web 2.0?

Una introducción para los detractores del término

Para muchos amantes de los términos de moda, o personas tremendamente informadas en lo que a tecnología web se refiere, el título de este artículo resultará “atrasado”, “retrógrado”, “pasado de moda” (la otra realidad es que sigue habiendo en el mundo millones de personas que ni siquiera saben lo que es “Microsoft”). Esta afirmación, quizás inapropiada para generar expectativa con respecto a este contenido –ya que “atrasado”, “retrógrado” y “pasado de moda” son calificativos poco atractivos en estos vertiginosos tiempos–, la realizo con mucho conocimiento de causa, como parte de un reto para quienes ya consideran antigua –y quizás por ello carente de importancia– la temática que pretendo traer a colación.

Debido al empeño puesto en esta humilde pieza de investigación, encontrándome en las profundidades conceptuales de tan polémico término (web 2.0), tratando de capturar su esquiva esencia –con la lectura y relectura de innumerables artículos– he encontrado exacerbadas críticas (paradójicamente gracias a mecanismos propios de la “Web 2.0”) contra los que persistimos en seguir escribiendo al respecto. Aunque me aparto radicalmente del concepto de “descubrimiento” que puede motivar los planteamientos propios de este tipo de disentimiento (dentro de mis frases preferidas está la de Proust que plantea: “El verdadero viaje del descubrimiento no consiste en buscar nuevos paisajes, sino en tener ojos nuevos”), considero sumamente útiles dichas posturas, que desenmascaran un fallo fundamental en la acepción original planteada por O´Reilly, y la subsiguiente carrera por acuñar “el término de vanguardia”. La utilización de la nomenclatura 1.0, 2.0, 3.0, 4.0 (¡ya existe!), 5.0 (¡ya vendrá!), puede resultar engañosa.

En particular, cuando encontré en la maraña de artículos sobre la Web 2.0, el para mi enteramente novedoso término “Web 3.0” –precisamente como parte de una crítica a quien escribía sobre la “antigua materia”– no me quedó otro camino que empezar a consultar, con cierto desasosiego, las definiciones de este nuevo vocablo, que implicaba un inexorable conjunto de incómodos calificativos (“atrasado”, “retrógrado”, “pasado de moda”) para el fruto de mis esfuerzos investigativos. Afortunadamente pude darme cuenta que en realidad “Web 3.0” es un concepto que conocía mucho antes de poder siquiera experimentar el de “Web 2.0”, y que puedo afirmar se sitúa en un campo muy diferente (pero relacionado; tocará escribir próximamente un artículo al respecto). Si hablamos de “Web Semántica (ahora llamada 3.0)”, y de “Web Social (o Web 2.0)”, podremos plantear de manera muy precisa que estos fenómenos se deben entender y estudiar por separado y no necesariamente, el uno (3.0 y superiores), debe ser considerado como de mayor estatus que el otro (2.0 e inferiores), o la evolución que condene al otro al ostracismo intelectual. Por eso propongo que otorguemos a los numeritos “1.0 y subsiguientes” un valor meramente romántico y anecdótico, y no uno que nos desvíe de la verdadera importancia de los conceptos que tratan de representar.

Invito pues a los detractores del término, a comprobar con la lectura de este artículo, si el vocablo “Web 2.0” en verdad está mandado a recoger, o puede seguir representando riqueza para quienes nos acercamos a él con “ojos nuevos” y espíritu profundo.

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